Diferenciación del Self

 Las familias y otros grupos sociales tienen un gran efecto en la manera de pensar, sentir y actuar de las personas que las componen, pero los individuos varían en su sensibilidad a la manera de pensar del grupo, y los grupos varían en la cantidad de presión que ejercen para lograr la conformidad del resto de las personas. Estas diferencias entre individuos y grupos reflejan las diferencias en los niveles de la diferenciación del self. Entre menos desarrollado esté el self de una persona, mayor será el impacto que los otros tengan en su funcionamiento, y la persona intentará controlar más, activa o pasivamente, el funcionamiento de los otros. Los fundamentos básicos de un self son innatos, pero las relaciones familiares del individuo durante su infancia y adolescencia determinan fundamentalmente cuanto self desarrolla. Una vez establecido, el nivel del self raramente cambia a menos que la persona haga un esfuerzo, estructurado y a largo plazo, para cambiarlo.

Las personas con un self poco diferenciado dependen tanto de la aceptación y aprobación de los demás que, o ajustan rápidamente lo que piensan, dicen y hacen para complacer a los demás, o proclaman a manera de dogma cómo deben ser los otros y los presionan a que se ajusten. Los “matones” dependen de la aprobación y la aceptación tanto como los “camaleones”, pero los matones incitan a los demás a que estén de acuerdo con ellos, en lugar de estar ellos de acuerdo con los demás. El estar en desacuerdo amenaza tanto a un matón como a un camaleón. Un rebelde en extremo es también una persona con un self poco diferenciado, pero pretende ser más diferenciada oponiéndose con frecuencia a la posición de los demás.

Una persona con un self bien diferenciado reconoce de manera realista su dependencia de los demás, pero es capaz de permanecer con suficiente calma y lucidez frente al conflicto, la crítica y el rechazo, para poder distinguir entre el pensamiento basado en una cuidadosa evaluación de los hechos, y el pensamiento nublado por la emoción que surge reactivamente. Los principios adquiridos a conciencia ayudan a guiar la toma de decisiones sobre cuestiones familiares y sociales importantes, permitiendo que la persona sea menos susceptible a los sentimientos pasajeros. Lo que decide y lo que dice, están de acuerdo con lo que hace. Puede actuar de manera desinteresada, pero elige actuar teniendo el interés del grupo en mente, haciendo una elección bien pensada, no reaccionando a las presiones de las relaciones. Al tener confianza en su razonamiento, puede apoyar las ideas de los demás sin ser un discípulo, o las puede rechazar sin polarizar las diferencias. Se define a sí mismo sin imponerse y maneja la presión para ceder con decisión.

Toda sociedad humana tiene personas en muchos niveles de diferenciación entre los extremos de muy baja y alta diferenciación. Consecuentemente, las familias y otros grupos que conforman una sociedad difieren en la intensidad de su interdependencia emocional, dependiendo de los niveles de diferenciación de sus miembros. Mientras más intensa sea esa interdependencia, menor será la capacidad del grupo para adaptarse a los eventos estresantes, sin sufrir de un aumento significativo de ansiedad crónica. Todos estamos sujetos a problemas en el trabajo y en nuestra vida personal, pero la mayor vulnerabilidad de las personas y las familias menos diferenciadas a los períodos de aumento de ansiedad crónica, contribuyen a que sufran considerablemente de síntomas físicos, emocionales o sociales.

Ejemplo

El ejemplo del triángulo Miguel-Marta-Amy refleja la manera en que se manifiesta, en una unidad familiar, una falta de diferenciación del self; en su caso, una unidad con diferenciación moderada. La siguiente descripción nos muestra cómo este triángulo se comportaría si Miguel, Marta y Amy fueran personas más diferenciadas:

Miguel y Marta estaban bastante felices durante los primeros dos años de su matrimonio. A él le gustaba tomar las decisiones importantes, pero nunca asumía que siempre tenía la razón. Siempre decía a Marta lo que estaba pensando y prestaba atención a las ideas que ella manifestaba. Sus conversaciones eran generalmente inteligentes y los llevaban a tomar decisiones que respetaban los intereses vitales de ambos. A Marta siempre le había atraído el sentido de responsabilidad y la disposición a tomar decisiones de Miguel, pero ella también vivía con el principio de que ella era responsable de pensar las cosas por sí misma, y de decirle a Miguel lo que pensaba. No asumía que Miguel generalmente tenía la razón.

Análisis: Debido a que en un matrimonio el nivel de estrés a menudo es menor durante los primeros años, particularmente antes del nacimiento de los hijos y la adición de otras responsabilidades, un matrimonio moderadamente diferenciado menos adaptable y un matrimonio bien diferenciado más adaptable, pueden parecer similares cuando el nivel de tensión es bajo. Es necesario el estrés para desenmascarar los límites de la capacidad de adaptabilidad de una familia.

Marta concibió durante el tercer año del matrimonio y tuvo un embarazo bastante calmado. Tenía algunos problemas físicos, pero los enfrentó con serenidad. Estaba un poco ansiosa de ser una madre adecuada, pero pensaba que podía manejar estos temores. Cuando le habló a Miguel acerca de sus temores, no esperaba que él se los resolviera, sino que pensaba con mayor claridad al conversarlos con él. Él la escuchaba, sin ser complaciente ni conciliador. Reconocía sus propios temores por los cambios que se avecinaban en sus vidas y se los hacía saber a Marta.

Análisis: El estrés asociado a los cambios reales y esperados del embarazo despierta ansiedades tanto en Miguel como en Marta, pero su interacción no aumenta la ansiedad para hacerla crónica. Marta tiene necesidades y expectativas un poco más elevadas de Miguel, pero acepta la responsabilidad de manejar su ansiedad y tiene expectativas realistas sobre lo que él puede hacer por ella. Miguel no se vuelve reactivo a las expectativas de Marta y también reconoce su ansiedad. Cada uno continúa siendo un recurso para el otro.

Después de un trabajo de parto sin contratiempos, nació una niña a quien llamaron Amy. Marta resistió el parto bastante bien y estaba preparada para ir a casa cuando su médico la dio de alta. El cuidado de la niña durante los primeros meses fue físicamente extenuante para Marta, pero no estaba agobiada por las ansiedades acerca del bebé o de su capacidad para ser madre. Seguía hablando con Miguel acerca de sus pensamientos y sentimientos, y aún no sentía que él tenía que hacer algo para hacerla sentir mejor. Miguel tenía presiones que iban en aumento en el trabajo y ella lo entendía. Seguía estando ahí emocionalmente disponible para ella, aunque en ocasiones sólo fuera por teléfono. Se preocupaba por los problemas de su trabajo, pero no se quejaba de ellos con Marta. Cuando ella le preguntaba cómo iba todo, él le respondía con la verdad y agradecía su interés. De vez en cuando, deseaba que Marta no se pusiera tan ansiosa, pero se daba cuenta que ella podía manejarlo. No sentía la necesidad de “arreglar” las cosas para ella.

Análisis: Estando segura de sí misma como persona, Marta se puede relacionar con Amy sin sentirse abrumada por responsabilidades y exigencias, y sin temores infundados por el bienestar de la niña. Estando seguro de sí mismo, Miguel puede enfrentar las necesidades reales de su trabajo sin sentirse culpable por descuidar a Marta. Cada cónyuge reconoce la presión bajo la cual opera el otro y ninguno se queja de estar desatendido. Cada uno de ellos está tan confiado de la lealtad y compromiso del otro, que ninguno de ellos necesita estarlo reafirmando. Al estar los padres cómodamente relacionados entre ellos, a Amy no se le triangula dentro de tensiones maritales. Ella no tiene un vacío que llenar en la vida de su madre creado por la distancia entre sus padres.

Tras algunos meses, Miguel y Marta pudieron darse el tiempo para ellos. Marta descubrió que sus ansiedades acerca de ser madre disminuían y no se preocupaba tanto por Amy. A medida que Amy crecía, Marta la percibía como una niña segura que no necesitaba de atención especial. Siempre se mostraba positiva con Amy, sin halagarla constantemente con el afán de hacerla sentir mejor acerca de sí misma. Miguel y Marta platicaban sobre sus pensamientos y sentimientos acerca de Amy, pero no estaban preocupados por ella. Estaban contentos de tenerla y se complacían en verla crecer.

Amy se convirtió en una niña responsable. Percibía los límites de lo que era posible esperar de sus padres y los respetaba. Casi nunca exigía ni hacía berrinches. Miguel criticaba a Amy de vez en cuando y Marta no la defendía cuando lo hacía. Marta pensaba que Miguel y Amy podían manejar su propia relación. Amy se sentía igual de cómoda con ambos padres y disfrutaba explorando su entorno.

Análisis: Miguel y Marta pueden ver a Amy como una persona separada y distinta. La diferenciación que comienza entre Amy y sus padres es evidente desde que Amy es una niña pequeña. Se han adaptado con bastante éxito a las ansiedades que cada uno experimentaba asociadas a la llegada de un hijo y al aumento de exigencias en la vida profesional de Miguel. Sus altos niveles de diferenciación les permiten un contacto cercano a los tres, con poca triangulación.